domingo, 10 de junio de 2012

Keynes y el “self-love” de los políticos


 " ..las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad, estas ideas y poco más es lo que gobierna al mundo. Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son, generalmente, esclavos de algún economista difunto. Los líderes maniáticos, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí inspirados en algún escritorzuelo académico de algunos años atrás. Estoy seguro de que el poder de los intereses creados se exagera en comparación con la intrusión gradual de las ideas".

John Maynard Keynes, The General Theory of Employment, Interest and Money.




En el año 1936 J. M. Keynes publica una obra que, además de cambiar por completo la teoría económica moderna, modifica la forma en que los gobiernos van a hacer economía política, sobretodo tras la Segunda Guerra Mundial. Una de las ideas que se derivan de esta obra es que las decisiones del sector privado, en algunas ocasiones, provocan ineficiencias, las cuales pueden ser corregidas con la intervención de las autoridades, ya sea mediante políticas fiscales (regular la cantidad de impuestos/gasto) o monetarias (regular la cantidad de dinero existente en la economía). Simplificando el análisis, la idea que se extrae es que con la intervención del sector público en la economía (economía mixta) podemos suavizar evolución del ciclo económico, esto es, actuar para que las crisis económicas no sean tan duras, ni los ciclos expansivos tan explosivos. Hoy en día, esta actuación se realiza principalmente a través de la fiscalidad, es decir, un gobierno aumentará su gasto y reducirá sus impuestos en épocas de crisis de forma que crea un impulso económico que arranca el motor del sector privado, en este período, es muy probable, que la deuda del sector público aumente, por lo que cuando el ciclo cambia y la economía comienza a crecer, se debe realizar la maniobra contraria, aumentando los impuestos y reduciendo el gasto público evitará que la economía se desboque, y llevará a las cuentas públicas a un superávit con el cual poder compensar la deuda contraída durante el proceso recesivo.



Hasta aquí todo encaja perfectamente, y es cierto, que acabamos teniendo un ciclo mucho más suave y si nos encontrásemos en mitad de una crisis de demanda, con esta forma de actuar podríamos reducir los efectos nocivos sobre la población. Ahora bien, para que esto funcione, tenemos que hacer una suposición fácilmente cuestionable: que los políticos o burócratas actúan por el bien de la población del país y no en busca de su propio interés. Si pensamos, lo que cada vez se confirma más, que la actuación política se mueve pensando en el corto plazo, una vez se ha producido una recuperación económica es casi seguro que un político no encontrará incentivos a reducir el gasto público y a aumentar los impuestos, medidas que, sin duda harán disminuir su popularidad y lo alejarán del preciado trono, al contrario, es más probable que prefiera, incluso, seguir emitiendo deuda a costa de llevar las cuentas públicas más allá de lo prudente para así poder inaugurar infraestructuras o conceder prestaciones sociales que se sostienen por esa emisión continua de deuda. De esta forma, lo que ocurrirá es que los ciudadanos, en mitad del ciclo expansivo, verán como todo va bien y creerán que irá a mejor, se creará un efecto riqueza en la población que hará que gran parte de ella viva por encima de sus posibilidades económicas (apalancamiento). Y así es como se crea una burbuja.


 
Una vez tenemos una burbuja económica (o una sobreinversión) lo que ocurre es que tarde o temprano estallará. A pesar de que desde dentro de la burbuja es muy difícil predecir que tiene un fin, o incluso, que se está dentro de una burbuja. Pero una vez lo ha hecho, y siguiendo el esquema anterior nos vamos a encontrar con una situación de crisis en la cual el endeudamiento tanto del sector público como del privado dificulta mucho la inversión nacional, por lo que el crecimiento económico del país queda condicionado únicamente al exterior: inversión directa en el país y exportaciones.

Si ahora nos fijamos en un caso particular como España, que seguro que a más de uno le lleva rondando la cabeza hace un par de párrafos, teniendo en cuenta lo explicado anteriormente, probablemente entendamos, en parte, la situación actual,pero además entendamos porque en el año 2004, teniendo un crecimiento del PIB de 3,27%, tuviéramos un deficit presupuestario del -0,29 o que a lo largo del período 1995-2000, a pesar de tener un crecimiento promedio del 3,88 tuviéramos un déficit presupuestario promedio del -2,89.

En mi opinión, Adam Smith tenía razón cuando afirmaba que desde el carnicero al panadero, todos nos movemos por nuestro propio interés (self-love), según parece ser, demasiada razón.

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