" ..las
ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando
son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de
lo que comúnmente se cree. En realidad, estas ideas y poco más es
lo que gobierna al mundo. Los hombres prácticos, que se creen
exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son,
generalmente, esclavos de algún economista difunto. Los líderes
maniáticos, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí
inspirados en algún escritorzuelo académico de algunos años atrás.
Estoy seguro de que el poder de los intereses creados se exagera en
comparación con la intrusión gradual de las ideas".
John
Maynard Keynes, The General Theory of Employment, Interest and
Money.
En el
año 1936 J. M. Keynes publica una obra que, además de cambiar por
completo la teoría económica moderna, modifica la forma en que los
gobiernos van a hacer economía política, sobretodo tras la Segunda
Guerra Mundial. Una de las ideas que se derivan de esta obra es que
las decisiones del sector privado, en algunas ocasiones, provocan
ineficiencias, las cuales pueden ser corregidas con la intervención
de las autoridades, ya sea mediante políticas fiscales (regular la
cantidad de impuestos/gasto) o monetarias (regular la cantidad de
dinero existente en la economía). Simplificando el análisis, la
idea que se extrae es que con la intervención del sector público en
la economía (economía mixta) podemos suavizar evolución del ciclo
económico, esto es, actuar para que las crisis económicas no sean
tan duras, ni los ciclos expansivos tan explosivos. Hoy en día, esta
actuación se realiza principalmente a través de la fiscalidad, es
decir, un gobierno aumentará su gasto y reducirá sus impuestos en
épocas de crisis de forma que crea un impulso económico que arranca
el motor del sector privado, en este período, es muy probable, que
la deuda del sector público aumente, por lo que cuando el ciclo
cambia y la economía comienza a crecer, se debe realizar la maniobra
contraria, aumentando los impuestos y reduciendo el gasto público
evitará que la economía se desboque, y llevará a las cuentas
públicas a un superávit con el cual poder compensar la deuda
contraída durante el proceso recesivo.
Hasta
aquí todo encaja perfectamente, y es cierto, que acabamos teniendo
un ciclo mucho más suave y si nos encontrásemos en mitad de una
crisis de demanda, con esta forma de actuar podríamos reducir los
efectos nocivos sobre la población. Ahora bien, para que esto
funcione, tenemos que hacer una suposición fácilmente cuestionable:
que los políticos o burócratas actúan por el bien de la población
del país y no en busca de su propio interés. Si pensamos, lo que
cada vez se confirma más, que la actuación política se mueve
pensando en el corto plazo, una vez se ha producido una recuperación
económica es casi seguro que un político no encontrará incentivos
a reducir el gasto público y a aumentar los impuestos, medidas que,
sin duda harán disminuir su popularidad y lo alejarán del preciado
trono, al contrario, es más probable que prefiera, incluso, seguir
emitiendo deuda a costa de llevar las cuentas públicas más allá de
lo prudente para así poder inaugurar infraestructuras o conceder
prestaciones sociales que se sostienen por esa emisión continua de
deuda. De esta forma, lo que ocurrirá es que los ciudadanos, en
mitad del ciclo expansivo, verán como todo va bien y creerán que
irá a mejor, se creará un efecto riqueza en la población que hará
que gran parte de ella viva por encima de sus posibilidades
económicas (apalancamiento). Y así es como se crea una burbuja.
Una
vez tenemos una burbuja económica (o una sobreinversión) lo que
ocurre es que tarde o temprano estallará. A pesar de que desde
dentro de la burbuja es muy difícil predecir que tiene un fin, o
incluso, que se está dentro de una burbuja. Pero una vez lo ha
hecho, y siguiendo el esquema anterior nos vamos a encontrar con una
situación de crisis en la cual el endeudamiento tanto del sector
público como del privado dificulta mucho la inversión nacional, por
lo que el crecimiento económico del país queda condicionado
únicamente al exterior: inversión directa en el país y
exportaciones.
Si
ahora nos fijamos en un caso particular como España, que seguro que
a más de uno le lleva rondando la cabeza hace un par de párrafos,
teniendo en cuenta lo explicado anteriormente, probablemente
entendamos, en parte, la situación actual,pero además entendamos
porque en el año 2004, teniendo un crecimiento del PIB de 3,27%,
tuviéramos un deficit presupuestario del -0,29 o que a lo largo
del período 1995-2000, a pesar de tener un crecimiento promedio del
3,88 tuviéramos un déficit presupuestario promedio del -2,89.
En mi
opinión, Adam Smith tenía razón cuando afirmaba que desde el
carnicero al panadero, todos nos movemos por nuestro propio interés
(self-love), según parece ser, demasiada razón.
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